Nací en la judería.
Mi padre era algebrista, quiero decir, que curaba las cosas de los huesos. Mi madre, el sacrificio indiscutible.
Aprobé bachiller, de forma mediocre.
Leí a Schopenhauer, a Cervantes y el Talmud.
Me licencié en Leyes, de forma mediocre.
Hice la pasantía en un despacho liberal, y mi noviazgo terminó en el altar de la Iglesia de San Salvador.
Ahora, de ocho a tres, en la oficina de seguros. Por las tardes, me echo un rato, leo junto a la taza de té, doy un paseo, ceno ligero, me bebo un Jeréz, tomo el libro junto a la mesilla de noche, y me quedo dormido.
Algunos sábados salgo a pescar en la desembocadura del río.

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